Los animales son buenos amigos, no hacen preguntas y tampoco critican
Cuando escuchamos sus ronroneos y acariciamos su suave pelaje, en lo que menos pensamos es en los orígenes de este minino que nos acompaña.
Datan de más de dos millones de años, pero su domesticación comenzó en Egipto hace aproximadamente seis mil años. Descubrieron que era un excelente depredador y representaba la mejor manera de librarse de los ratones que se habían convertido en un serio problema para los granos. Sin embargo, no fue un simple animal de compañía, sino que llegó a alcanzar proporciones sagradas.
Llegó a Europa llevado por los fenicios y los romanos. Los romanos proclamaron severas leyes y penas para proteger a los gatos; para ellos los felinos simbolizaban la victoria y los llevaban a las batallas; su diosa Libertas era representada con forma de gato.
Pero no todo fue gloria para el minino pues cayeron en desgracia cuando se les comenzó a asociar con la brujería y el satanismo. Bastaba tener uno para ser acusado de brujería; los quemaban y mataban en ritos religiosos hasta que Napoleón Bonaparte declaró su amor por ellos con el objetivo de que se volvieran a tener gatos en las casas y de esta manera se contrarrestaran las plagas de ratas que azotaban toda Europa.
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